Buscar la libertad para ser verdadero.
Suele definirse la libertad como
la facultad de elección entre las diferentes opciones. Partiendo de este
postulado muchas veces me he preguntado si es factible y accesible esa elección
en libertad. Creemos que las opiniones que poseemos son genuinamente nuestras,
tenemos ideales, ideas, sentimientos y convicciones tan arraigados que
consideramos como propios, que defendemos con firme convicción y resolución,
sin detenernos a conocer porqué los hemos hecho propios y abrazado
fervientemente.
Todo empezó cuando quise ampliar
mis conocimientos de la revolución francesa; paradójicamente esta me llevo a
revisar un periodo clave de mi historia, la transición española a la
democracia. Este viaje me condujo a una epifanía personal fascinante, debo
constatar que no fue fácil asimilar el golpe, tal vez tardé más de un año en asimilar
la verdad, pero el viaje ha merecido la pena.
Como tras una caída me sentí trastabillar
preguntándome quien soy realmente. Mis ideales socialistas, aunque bastante
dañados eran claros y muy definidos. Tras conocer la realidad puedo afirmar que
todo se ha roto, se ha roto la realidad incluso ya que el contorno y el entorno
ahora son diferentes. Parece ser que la verdad en ocasiones produce
desrealización. De esta forma pude darme cuenta que había defendido posiciones
vivenciales tan solo porque las había hecho mías sin más, sin mediar en ello más
que superficialmente. Existen en la sociedad varias tendencias en forma de
ofertas vivenciales, y yo simplemente había escogido una de ellas. Como si de
un producto de consumo se tratara, que básicamente es en realidad eso. Para más
inri nadie me había obligado a ello, razón de más para creer que era una
elección en libertad, sin embargo, tan solo estaba consumiendo prototipos del
sistema.
© Abufalia (Ángel navarro
batista).
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