sábado, 9 de julio de 2022

Desde mi ventana mirando el cielo.

 








SCHUBERT INCOMPIUTA



El Sol va decayendo despacio, mejora la sensación térmica en el entorno. El cielo se torna de color gris ocre en bandas anchas de tonos decrecientes en luminosidad y colorido. Pálido naranja tras la montaña y blanquecino cerca del suelo, más azul pálido al subir la montaña. Es un arco que desplazara los colores, cambiara el verde de los árboles por grises y sombras que parecen bailar corros entre ellos. La inexistente brisa es deseada por todos. De nuevo por breve instante parece vencer el arco de luz Solar ya a punto de recorrer otro hemisferio. Parece que es la manera de despedir a sus criaturas de este lado. Resuenan los cantos de los pájaros posados en las más próximas ramas, en la parte media. Volando algunos a baja altura para capturar insectos, mosquitos, hormigas aladas. Algunos vehículos circulan por la carretera aledaña a casa. Los veo pasar, suelen ir de dos en dos, tres coches, camiones. Incluso viandantes marchan por el sendero fresco tras la carretera. Las noches son aquí frescas. En alguna ocasión debo cerrar la puerta del balcón, o bien taparme con algo. La humedad reina entre la exuberante vida que me rodea. Jabalíes, gatos, ratas, al menos 4 tipos de aves. Una de ellas muy peculiar y hermosa de color negro veteada de blanco, andan saltando. Su canto es de gran belleza tonal. No me pidáis ahora ni nunca su nombre. Realmente sois buenos y nunca pedís nada. Tampoco habláis mucho. No importa, nada importa excepto la muerte del Ser. Se habla de la muerte sin haber muerto. Un día os diré como es morirse. Un día os contare secretos sobre la vida. Pero hoy no. Aunque podría ser que lo hiciera y no os darías cuenta. Los tonos de la luz siguen su decadente caída hacia el gris blancuzco. Los últimos destellos de amarillo y naranja, desaparecen confundidos. El cielo es ahora como un espejo gigantesco débilmente iluminado en blanco grisáceo. Los tonos naranjas están desparramados por el suelo arcilloso, duro. Tenues luces eléctricas se encenderán raudas dando colorido a esa tierra arcillosa y dura. Seca y sin embargo tan fértil, tan femenina que esconde semillas a los pájaros. El inmenso espejo blancuzco del cielo, se repliega hacia el horizonte despacio, cercado y vencido por las sombras más oscuras. Pronto se mezclará el amarillo, el naranja caído, el blanco y gris azulado ahora intenta la maniobra de persistir. Diríase insuflado de vida animada sin resignarse a su fin. Pero la oscuridad está ganando todas las tácticas sin hacer otra cosa que ser, avanzar rodeando el horizonte traerá el crepúsculo. Los coches avanzan casi silenciosos, solo alguna moto se atreve a llenar de gritos por donde pasa, molestando, distrayendo. Ya la artificiosa luz eléctrica ha fijado en el suelo amarillos tonos de luz menos mortecina, algo animada, magnificado algún árbol verde y también amarillento, pero rojizo y verde. El espejo se apaga por momentos y convierte los objetos lejanos en recortadas sombras. Ideales sentimientos de tragedias y muertes. De nacimientos, batallas y grandes eventos, seguidos de otros menos nobles. Tan solo mirando por la ventana el declinar del Sol en su arco eterno. Por la ventana de mi casa estudio. La puerta abierta deja, ahora si el paso a una fresca y agradable brisa, que empieza a circular por mi estudio para llegar a la puerta de entra y salir. Esparcirse de nuevo, morir y nacer al mismo tiempo. El aire es lo menos libre que existe, precisa para vivir de diferencias de presiones atmosféricas, al igual que la electricidad precisa diferencia de potencial para existir, ser, estar. Llamamos movimiento a eso. He salido al balcón a observar el cielo, ya el espejo ha sido arrumbado. De nuevo los naranjas han subido al horizonte, y algún amarillo ocre. No veo la Luna en su viaje. En pocos minutos todo habrá terminado y se volverá completamente oscuro. Terminó la música.  

 

09/07/2022 

 

(C) Ángel navarro batista Abufalia. 

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