Estoy acariciando mis ratas, juego con ellas. Llega a mi mente un recuerdo especial. Tras los Twits y lo escrito anteriormente. Me observo desde dentro, me siento liviano y feliz. Recuerdo cómo sentía cuando era un niño. Un día de Navidad, o antes mejor Reyes que era el día de los regalos. Una de aquellas mañanas a primera hora, me percibo con un calor interior endorfinico si, pero incluido en aquel recuerdo, era como me sentia al estar tranquilo. Sentado en el suelo sobre la gran alfombra pegando cromos. Pero el dia de Reyes era el día. Solia hacer frio y llebaba alguna bufanda o pañuelo al cuello, es posible capucha o gorro de lana hecho por mi madre. Tengo unos 6 años y me han traido los reyes un tren electrico, es muy pesado sobre todo la locomotora. Mi padre lo monta y lo probamos. Está montado sobre la mesa, una gran mesa que se puede extender, con un inmenso y pesado cristal. Ocho sillas de madera barnizada noble y arcaica, vieja, que cruje proporcionando esos ruidos nocturnos del acomodamiento de maderas y ladrillos. Sobre el sofa muchas más cajas de jugetes. Mis reyes eran muy ricos, todos los niños de la calle lo eran. Aunque estaba el Juez, el alcalde que vivian cerca, los primeros empresarios, y mi familia tenia buenas amistades con posibles economicos. Estos amigos me hacian siempre los mejores regalos. Este tren debió ser caro porque duró mucho tiempo. Yo soy de aquellos que desmontaban los jugetes.
Realmente pienso que de esta especial manera nos sentimos, todos muchas veces, pero no paramos o no dedicamos el tiempo suficiente a nosotros mismos, y por ese motivo despreciamos detalles minusculos, pero tan ricos como este simple darse cuenta que nos regala la vida. Lo real.
Y el tiempo, a su manera que no a la nuestra, transcurre o nos lo hace creer. Que no muera un amor recien nacido sin tener la posibilidad de crecer, hacer cecer y dar la merecida paz a dos almas que ya no deben buscarse.
Ángel Navarro Batista.
01/04/2023
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