domingo, 10 de agosto de 2025

Cuando recibes la noticia que tienes cáncer



Así un día recibes la noticia. Tras visitas al médico de cabecera infructuosas. Sobre todo de dolor lumbar y de espalda. Y un análisis de sangre un buen día en que me acompañó una asistente social a quien debo la vida. Mi estimada Isabel. Con quien había tenido tantas discusiones. Se volcó en mi bienestar tras demostrarle que podía ahorrar y pagar casi 3000 euros que debía a la asociación. Me acompañó al medico ya que yo hacia tiempo me quejaba de malestar. Este malestar fui creciendo hasta anularme como persona. 
El solo hecho de ir a la compra me creaba gran disgusto. Apenas podía ponerme los zapatos, y los pantalones era ya una tarea de difícil cumplimiento. Con la ropa de calle prácticamente tirada cerca de la cama, andar al armario era una misión indescriptible. Y después bajar a la calle al Mercadona o al Consum a pesar de lo cercano. Cada día me costaba más realizar el trayecto. Marchaba penosamente parando a sentarme o apoyarme en cualquier poste, en cualquier margen elevado del camino para descansar. Deseando llegar a casa antes de salir de esta, ya que sabia a qué debería enfrentarme. Aquellos días en que el dolor era exageradamente paralizante. Me preguntaba estoy muy enfermo. ¿Qué debe ocurrirme?. Algo  me ocurre. Y un día, un buen día ella me escuchó y se comprometió a acompañarme al medico de cabecera. Y por fin este me escuchó, más allá de si yo deseaba alguna medicación para el dolor que ya no me daba. Me mando hacer análisis de sangre.
Fuimos los dos, Isabel y yo a por el resultado. Mandó repetir la  prueba al comprobar lo alto de los indicadores de glóbulos blancos, mas una radiografía de pecho. Puesto que llevaba tiempo quejándome de un dolor punzante en la zona superior, que describía yo como sentir una puñalada en esa zona. Fue entonces cuando empezó todo. Primero un TAC, seguido de otros procedimientos para detectar tumores. Y la primera visita al Oncólogo. Y más pruebas en esos aparatos espectaculares y enormes. Y así llegó el diagnostico, el probable cáncer pulmonar que poco mas tarde fue ya detectado.
En este proceso de búsqueda del origen del dolor, cada día me sentía empeorar. A vomitar ante el mínimo esfuerzo. A perder la ilusión y el placer de cocinar. Ya que debo advertir como me había relajado la cocina. Apenas comía nada por la falta de energía para ponerme a hacer nada que no fuera ya tumbarme en la cama. Fumar me ayudaba a pasar el día y a dormir. Hasta que ya no podía hacer otra cosa que descansar. Mis mascotas las ratas a quienes adoro y hecho tanto a faltar, apenas podía cuidar de ellas, jugar con ellas. Les compre la jaula más grande que pude encontrar para que al menos estuvieran lo mejor posible. Y mi casa reflejaba mi estado. El desorden era lo menos importante. Y pronto se acumuló de todo, los detritus, vómitos y otros desordenes físicos dejaban su huella por todas partes. Perdí peso de forma acelerada. En verano solo podía tomar zumos, horchata, helados, algunas frutas y cosas de freír o ya preparadas. Que no llegaba ni a poder comer y se perdían en la nevera. Ahora ya sabia que me ocurría. Me estaba muriendo. Muchas veces pensé que me encontrarían en la cama muerto. Ya no podía hacer casi nada que no fuera descansar. 
Sobre todo por el gran dolor que sentía, tomaba tramadol y esto me llevó al CAS vía medico de cabecera. Como celebro ahora la decisión, ya que tan solo la metadona y el paracetamol me ayudan a soportar el dolor. Y me ayudaban aún más en aquella época maldita para mi.
Cuando a los primeras semanas de encontrar la dosis de metadona correcta me la bajó el medico, me puse muy mal. Y empezó ya allí en aquel momento la lucha contra el dolor. 
Estuve mejor una temporada. Incluso llegué a enamorarme como conocéis quienes me habéis seguido de hace tiempo. Este tiempo ya está documentado en el blog y otros lugares donde he escrito de manera febril.
Y ahora escribo desde una habitación de hospital del ICO, en la zona donde terminamos los mas pringados de la sociedad. Puedo hacerlo ya que adquirí un portátil y un router de internet vía satélite probablemente de Elon Musk. 
Empecé con quimioterapia de duración entre casi 4 horas y 6 horas. Combinada con radioterapia. Creo la radioterapia ha sido la principal terapia, combinada con la quimio. De la que he hecho muchas menos sesiones. Y terminé abandonando faltando dos sesiones de esta. Ante el malestar medico. Esto fue por los efectos de esta sobre mi mente. Efectos que me llevaron a comportarme de manera agresiva en ocasiones y de manera eufórica casi siempre. Así las cosas tuve problemas con algún personal del hospital, como doctores que apenas veo. Con los propios pacientes que compartían habitación conmigo. Personas ya de avanzada edad, casi moribundas y aún así pensando tan solo en dinero. En herencias, en todo aquello que ya no debería importarles nada. 
Tuve encontronazos con ellos y poco a poco empecé a verlos no solo como locos, sino como personas. Me tomé mi tiempo en intentar comprenderlos tras como he dicho las peleas sufridas. Con ellos y con algunos enfermeros sobre todo y enfermeras primero y con mi "doctora" mas tarde. Y es ahora cuando aún no comprendo como yo fui capaz de verlos como enfermos, y mis doctores y personal medico nunca hicieron eso conmigo. Viéndome no como el resultado de una medicación, tal vez mal calculada, sino como un agente del mal, de la indisciplina, del diablo. Y así continuo ahora para ellos. seria tan extenso explayarme en esto que ni merece la pena. Ya solo con verles la cara sé a quien; a qué tengo delante. También existen maravillosas personas aquí del lado médico. Enfermeras sobre todo, dulces, se nota su real vocación. Trabajan para vivir y para hacer lo mejor posible que está en sus manos la vida de los recluidos, o reclusos en este lugar.
Tal como ayer comentaba un paciente que se tiró por la ventana de su casa. Toxicómano. Un día se tomó una cerveza, o tal vez dos o tres. He inmediatamente fueron 4 médicos, y medicas, de esos que cuando pides vengan a verte nunca aparecen. Pero cuando rompes una de sus reglas te atan al potro sin preguntar. Solo te dicen siempre, todos esta frase. "Cállate que no me dejas hablar". 
Mientras tanto aquí me encuentro a la espera que me echen a la calle con la escusa que mejor sepan argumentar, si es que pueden. Contra mi.
Sin casa ya donde ir. Sin nadie que sea Isabel o personal de caritas que se preocupe un mínimo por qué me ocurre. Con rabia por ver que escribo en mi portátil. 
Pedí ver al psiquiatra de aquí ya que vino a visitarme. Y me gustó su actuación. Y resulta que no tengo derecho a facultativos que no sean ellos quienes me adjudiquen. Ni psicólogos, ni médicos que suplen a otros que se marchan felices de vacaciones. Eso si. Yo puedo pedir esas visitas ya que nunca nadie vendrá a menos que rompa alguna norma, como ya he dicho y no tienen en cuenta si tu comportamiento es debido a mala praxis, a la propia medicación o es que es inherente a mi personalidad. Así tengo problemas para recargar el móvil, para comprar lo imprescindible al estar aquí solo, sin familia que se preocupe, me hace mas vulnerable aún. Saben que no hay nadie detrás mío. 
He tenido que luchar para tener la mínima documentación sobre mi historia clínicas. Para todo lo mas básico. Dependo de como se hayan levantado ciertas personas cada día.
La radioterapia siento es lo mejor que he recibido. Y la carencia más notable la falta de apoyo emocional. La falta de psicólogos o psiquiatras. La negligencia con la medicación que aún continua. No saber que el colirio que debería tomar y que aporté yo mismo, es para reducir la presión intraocular y no para "humedecer" los ojos. Como me dijo una "doctora". Antes apuntaba todo lo que me daban, y llevaba un control. Hace tiempo ya no lo hago porque me he dado por vencido. Y es una vergüenza tener que pedir cada día lo mismo sin que te hagan el mínimo caso. En su lugar en cambio me traen lo que no preciso, como medicación para dar movilidad a los intestinos, solo porque al tomar opioides debo tomarlo. Y lo único que me provocaban era manchar la cama cada noche. Dejé de tomar todo esto y empecé a sentirme mejor. Y a andar, caminé hasta el agotamiento, hasta el extremo de tener uno de mis pies hinchado y dolorido, pero yo continué kilometro a kilometro. Y parece se enfadan cuando te preguntan como te encuentras y les dices que estoy del dolor de puta madre. Les cambia la expresión. Algunos son realmente odiosos por su falta de piedad.
Y los supuestos amigos que nunca más veré. La soledad que se siente aquí entre personas ya medio cadáveres, siempre tiradas en la cama. La falta de planificación de todo, de individualización.  Se supone que existe terapia fisiológica con programas individuales. Se supone solo. Eso si, existen las máquinas de deporte y ancianos moviéndose por allí penosamente. 
Y el amor. Existe el amor también. Lo he visto en una pareja relativamente joven, árabes que viven al lado de mi celda. Y alguna que otra pareja más posiblemente. Aunque a estos no les he podido conocer bien. La primera vez que me topé con el marido de la mujer marroquí posiblemente, me cayó muy bien. Sin saber porque me transmitía ese buen rollo, esa sonrisa, esa mirada limpia del hombre. Lo contrario de lo que hasta ahora había visto entre ellos. Que suelen pasar de sus mujeres y menospreciarlas. Este hombre vive por y para su esposa.
Y me gustaria tanto abrazarlo. A ellos no he visto nunca a nadie que los visite. Están tan solos como yo mismo aunque ellos se tienen a si mismos afortunadamente. Claro que esto último no puedo afirmarlo, pero lo intuyo fuertemente.
Ya dice el saber popular que en la cárcel y en la enfermedad se ve quienes son tus amigos.
Y más si cabe en esta época de teléfonos y comunicación. Que ni tan siquiera debes ir y basta una llamada, un mensaje. 
Así un día, y no pasaran demasiados, marcharé de este lugar sin lugares, sin humanidad, sin amor. Y solo el Universo sabe que ocurrirá y qué no.
Tanta falsedad ya desborda hasta las emociones.
Pero sigo aprendiendo a ser una persona real. No desearía otra cosa, no he deseado en la vida otra cosa. Cuando siendo un niño un día me prometí que no deseaba ni seria, ser como mis padres. 


                                                
   




 
Ángel Navarro Batista 

(C) Abufalia 10/08/2025


 

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