El texto paseo de madrugada me ha traído a la memoria recuerdos extraordinarios. Siempre he conocido este "don" (Sentir felicidad). De niño, y ahora escribo en tiempo real. Siempre tras los infortunios encontraba la manera de sentirme bien. Un día tras ser castigado por mi madre. Escuché sin que me vieran, que mi madre le decía a mi padre que tenia que castigarme por los abuelos , aunque ella no lo veía bien. Era por el respeto. Por la tradición. Yo captaba esto como si viera actores. Guiones y actuaciones. De alguna manera o no se si siempre. No siempre creo que no. Seria sobre los 8 años. Me sentía vivir en un manicomio y fue cuando me prometí que no seria como ellos. Estaba en el patio jugando con uno de mis inventos, un coche de madera. Cuando me hice tal promesa entre las inacabables e inútiles discusiones de mis padres. Tampoco me dije que seria, bueno si. Quería ser científico pero rocé la alquimia. La química me apasionaba hasta que llegó la informática. Pésimo conquistador, ya que por alguna razón han sido las mujeres quienes se han acercado a mí. Especial recuerdo de nuevo a Esther. Corta historia de apenas medio año. Murió de repente. Me lo comunicó su madre al verme, me abrazó y me lo dijo. Tenía 18 años y yo 28 años. Recuerdo con admiración y no sabría decir ni describir cuando estábamos juntos. En una ocasión en un bar de carretera, veníamos del Pirineo. Ella conducía su coche. Le gustaba correr y pisar el acelerador. Y como yo le decía que tranqui, ella aceleraba más. Así que estoicamente me agarraba donde consideraba. Y frenaba mentalmente, jajaja. He de reconocer que tras varios viajes con ella, llegué a confiar plenamente en su desempeño como conductora de formula 1. En este bar de carretera nos sentamos en la barra y pedimos cubatas. Había más gente joven y gente del lugar. Nosotros hablábamos y reíamos sin parar, a nuestro rollo. Esther era catalana de Mollet, familia media alta, nuestros padres se conocían. Un día la vi con un personaje del pueblo poco recomendable. Una chica rubia esbelta, ojos verdes y azules según le diera la luz. Sus ojos me enamoraron al verla. Y no recuerdo dónde ni cómo, pero un día coincidimos en ese lugar. La saludé simplemente y ya fuimos inseparables. Estudiaba psicología en la uni de barna, ahora no me sale el nombre. En aquella época yo leía a Fromm y Nietzsche. Ella deseaba experimentar con las drogas. Hicimos juntos un viaje de LSD en el campo. Regreso al bar de carretera. Tras tomar varios cubatas, quien sabe pero 4 por lo menos. Pido la cuenta al camarero, y me dice. Ya está pagado esto. Digo quée. Me dice aquellos chicos os lo pagan. Les dimos las gracias y salí alucinando. El viaje tras los cubatas lo pasé encogido, muchas curvas. Eso si, no dije nada. En realidad como ya he dicho tenia plena confianza en sus reflejos. Pero a vistas de hoy, de ahora mismo, me trae de recuerdo aquella magia que teníamos. Porque existía al punto de sentirse. Y que otras personas lo sentían, de otra manera no entiendo porque pagar he dicho 4, pero a saber cubatas. A perfectos desconocidos. A no ser que fueran capaces de entrar en sintonía.
Y se olvida. Algo así se olvida. Esto no puedo comprenderlo. Porque no es autosugestión el estado. Aunque se podría revertir queriendo hacerlo. Ayer estuve jugando un poco con este concepto. Y me dio verdadero miedo. Porque sigue estando el estado abstracto accesible. Lo rocé un instante y sentí miedo. No puedo continuar ahora. Estoy exhausto. Revivir todo esto ha sido muchas cosas. Bien. Es mi diario público. Bufff...
Ángel.
Acabo de recordar el motivo por el cual nos invitaron. A pesar que no hablemos con ellos. Tal vez alguna mirada. Nos dijeron que nos invitaban porque los dos éramos muy simpáticos. Simpático recuerdo y triste,