Aquella semilla bendecida por la vida que logró crecer, amparada entre hierbas y tallos. Sorteando obstáculos y sequias. Parece destinada a perecer ante la indiferencia y el cálculo. Ante el miedo?, por existir cenizas de rosas calcinadas en alguna cruel tormenta. Esparcidas en negruzco hollín, pintan escenarios irreales de tragedias imaginadas en futuros distópicos, o recursivos. Responsabilidad para los tiernos brotes que apuntan al Sol. Desconocimiento y duda en aquellas nubes que pueden ayudar, o desbordar los jardines mas exquisitos aplicando mayor o menor agua. Mayor o menor intensidad. Los pájaros atinan lugares frondosos. Se comen los brotes y las semillas. Las gaviotas no hacen eso. No pueden hacerlo porque su alma esta con el mar. Aunque haga siglos acompañen los barcos mercantes, mendigando comida. Antaño eran libres y más hambrientas. Y cada vez menos personas serán ellos, y de nuevo sin la capucha y el hábito la búsqueda. Ya está el sentimiento libre para volar. Solo falta hallar el lugar que el Sol brille, los vientos bendigan y las lluvias amen suavemente.
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