Apetece un paseo por la ciudad para cansarme. El aparcamiento empieza a llenarse de actuantes con perros y sus imprescindibles aparatos que denominan telefonos. Siempre rumiando como animales, pensando en sus debilidades. Creen que así pueden trasmitirmelas a mi mente. ¿Será esto la confusión del lenguaje?. Posible no sean reales estas representaciones para así crear la impresión de una realidad suya.
Pretenden crea soy automata. ¿Quienes lo pretenden?; no lo sé. Largo fué el recorrido por las venidas, parques y aceras, bordeando bordillos en ocasiones como aquel personaje que vuela entre las aceras.
De niño en Mollet tenía un perrito llamado Pecas o algo parecido. Era un pastor catalán muy cariñoso. Los perros, por lo práctico los tenían los campesinos. ¿Para qué tener un perro hoy día?. Para consumir, para salir a pasear. Para comprar y desear.
Salgo y veo ese espejo social, los amantes de gatos ya les vale.
Transcurre el devenir de horas, minutos, las nubes estáticas algunas, otras desplazandose por el eter. La lengua se está contaminando de ideas, creencias. Creer que no saludarse o mirarse es ser excepcional. Creer todo, la necesidad de estar siempre esperando que decír. Siempre cuchicheando sobre sus vecinos. Que feliz sería aquí mi madre.
Se esconde el Sol bajando entre montañas arboladas, difusas y lejanas. Me viene el recuerdo de la vista del mar en la parte mas baja del bosque. Un estruendo va propagandose por las calles y arriba a mis sentidos creando alarma. Por lo visto parece ser Carnaval. Llego a la pequeña rambla que dibuja el Estadio. A medida que voy bajando van apareciendo las imagenes de personas, rellenando espacios. El estruendo sube la calle, como una serpiente. Tras ella los acólitos forman la procesión del ruido. Los de la programación, todos juntos a una miran.
19/02/2023
Ángel navarro batista.
Abufalia.es
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