viernes, 25 de noviembre de 2022

 


Es curioso el sintoma de oidos tapados. Ya que este se dá nada más despertar a escasos segundos. Es decir me despierto con los oidos bien y casi inmediatamente al cabo de unos segundos estos se taponan, con especial enfasis en el oido izquierdo. Como si algún ser burlón atento a joder al personal, se afanase en su misión y cumplimiento. Soplando en el oido con precisión diabolica. Tras quejarme de mi estado, haré algo con este teclado.


Se encontraba en la acera entre la calle mayor y la rambla, cerca de la estación de tren. Las personas deambulaban con rapidez a  su alrededor. Se giró de repente enfrentando la parada del bus. Olisqueó el aire cargado de smog, sus oidos atentos a los cambios de presión, a los sonidos que llegaban de los motores de coches, incluso un avión compartía con el su sustentación en forma de ondas. Ya era tan audible y cercano. Le habian encontrado y le estaban buscando. Desconocia si eran fuerzas, entidades impersonales o si bien era la representación de sus miedos. Subió apresurado al primer autobús, introdujo una tarjeta caducada, el aparato la acepto sin quejas. Se adentró en el autobús. Pensó desplazarse unas 8 paradas, mientras se sucedian semaforos en rojo que minaban su paciencia. El sonido del motor del autobús electrico era más plano, con leves quejas y disgustos de la estructura de metal. Estaban muy cerca pensó mientras pulsaba parada. Bajó con rapidez mirando alrededor, se encontraba en algún lugar centrico. Bancos y cantidad de terrazas, una larga rambla rodeada de centenarios edificios. Sus habitantes parecian a su mirada hoscos, hostiles, de mirada evitativa. Veía también gran cantidad de personas en sillas de ruedas, sillas electricas, a las que faltaban una piera, un pie. Muchas personas deformes. Un mundo feo sin duda pensó. Mientras se preguntaba dónde estaria en realidad. Se encontró de repente atravesando los accesos del tren, la misma tarjeta caducada le abría el paso. El cielo se tornaba de un gris azulado cerca del suelo y un azul entre amarillo y grisaceo en el cenit. El Sol seguia su ruta prohibida por el recuerdo de cómo era. Se encontró dentro del tren y se sentó cerca de una ventana. Tras una media hora de viaje apareció por la ventanilla el mar, el tren transcurria muy cerca de la playa en su llegada a un pueblo costero. Una gran masa de agua entre azul y verde reflejaba el Sol cómo si gotas de este se agitasen entre el agua, creando mareas de colores blanquecinos, amarillentos con puntos azules estallando en el aire. Era en realidad de una gran belleza. El tren se detuvo y bajó, el anden era bastante largo. Un ascensor y las escaleras. Opto por el ascensor para salir a la calle. Espero que se llenase de las personas con maletas y pertenecias. Salió a escasos metros de la inmensa playa, sus pasos le dirigieron a la arena donde las aguas desplazadas a las 20 horas ya no eran verde azuladas, eran ahora una especie de masa consistente grisacea, que se mecia produciendo una melodia hipnotica. Se sentó en la arena y no tardó en dormirse atrapado por la repetitiva monotonía del mar, de la propia vida fluyendo sin moverse...

Soñaba estar corriendo por un mundo semi acuatico, pantanos a sus flancos desprendian un olor fetido. Se encontraba atravesando una pequeña cascada de agua, cuando despertó empapado por la lluvia. Se levanto con presteza y miró la hora, eran ya las 3 horas de la madrugada. Las gaviotas a escasos metros suyos parecian reirse de su lamentable estado. Se encontraba tan lejos como habia podido ser capaz. Pensó si lo suficientemente lejos. Miró alrededor y su calma acentuada por el repiqueteo de la lluvia en el agua marina, ahora grisacea y como más densa, le dijo que era posible. Si, habia dejado mucha distancia. Buscando refugio de la lluvia se adentró en la ciudad costera, llegó hasta una zona turistica. Aqui hallaria alojamiento, pensó. Sin embargo este deseo le condujo a una serie de manzanas en una calle ascendente. cada posada era igual, no tenemos señor, pero siga ascendiendo, esta calle está saturada de posadas. Tras unos dos kilometros de preguntar y de negativas, se dió cuenta que estaba perdido entre aquellas calles inhospitas. Ya no se podía orientar de ninguna forma. Optó por llamar a un taxi desde una pensión que estaba, por supuesto, llena. Preguntó el motivo de tal ocupación, pero nadie dijo otra cosa, que, esto es lo normal aquí, señor. Se preguntó si este aquí, era una insinuación de algo. pero olvido el asunto al arribar un taxi. llegó ya tarde a su casa.

Despertó dando vueltas en la cama. Incluso ya despierto parecía seguir dando vueltas en la cama, en aquel sueño de dolor. Producido por aquel golpe sin sentido, con una silla de metal. Se producen las ondas otra vez, suben en intensidad. Incomodo seguir intentando soñar, intentando huir de la incomodidad, del dolor.

Sale a la calle sin convicción, empujado por las ordenes del silencio esparcido por su mente y cambiado a comandos. Ya el Sol intenta acercarse a su feudo para dar forma más definida a su vaga intención de definir el día. Las sombras siguen reinando en este mundo opaco. Se siente un vampiro entre brumas, un viejo vampiro que negó la muerte. 

Me dijo, antes me hablabas. Hoy he bajado temprano a su trabajo. Se encontraba en su caja registradora. Son ya las 19:20 y es una hora estupida. Y me descubro pensando en ti. A estas horas, a otras horas, a tantas horas. No en ella, sino en ti. Tan lejana, tan extraña. Tan familiar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentar

La música de mi amigo.

  Denominar sólo música es quedar corto. Es una obra filosofica/psicologica y más cosas que iré descubriendo, recordando. Tengo el placer de...