jueves, 18 de agosto de 2022

Una tormenta filosófica












 La humedad ha ido ascendiendo a las alturas lentamente, gota a gota rocío fresco evaporado despacio con el primer saludo del Sol, ascendiendo alegre ingrávido, volando sin alas ni destino. Pintando de azul el cielo parece estar ahora el mar arriba, agitado y vivo sin mareas parece libre y presto a caer de nuevo, para ocupar su lugar. Nubes más negras se acercan y son millones de gotas y suspiros de rocío evaporado que se juntan en condensados enérgicos, que arrancaran del suelo electricidad haciéndola estallar en el aire en explosión de luz y sonido estridente.  Líneas de luz blanca poderosa y ruidosa, cruzan el horizonte rasgando su uniforme color, para dar cabida a los caprichosos rayos arborescentes, que iluminan por un instante la negrura más densa. Pretenden juntarse las nubes negras y cargadas de rocío, de agua de mar mil veces levantada y dejada caer otra vez. Parecen alejarse las explosiones de luz y energía, como lejanos retumbares de tropas en retirada lenta y pesada. Como si tras de ellos la tierra se lamentara de ofrecer tan poco, teniendo tanto a quienes no pueden ver. Invocando los vientos para acelerar su marcha errática, sin conocer que el rumbo es una elipse, que la Tierra es esférica. Y solo puede ser rodeada o recorrida, agujereada y levantada. Gira pues la hueste que trae la vida en su lluvia escasa y tan localizada en lugares húmedos, selvas que no permiten apenas vivir por insalubres. Lluvias y Monzones. Ritos y danzas de los ritos. Aquellos que miraban al cielo con las manos juntas murieron de hambre y sed. No así aquellos que mirando al cielo, abrieron sus manos para recoger el agua que no moja. Para apartarse del relámpago antes que el cielo cambie su color. Antes que la lluvia desaparezca y se encuentre mejor en otro estado. Pero no siempre la velocidad ayuda a llegar más temprano, puede hacer que tu vida se detenga por correr.

Ya está cayendo el rocío que ascendió, el agua del mar, la del rio, la de animales y personas muertas, cuya esencia ascendió junto al rocío, a los orines de Julio Cesar. La lluvia salpica graciosamente por el suelo, la persiana, la barra de la reja. Dejando pequeñas gotas que se mueven despacio, lentamente hasta volver a caer, para una vez se evaporen ascender y repetir el ciclo. Debo cerrar la puerta, me pierdo escuchar la lluvia como un piano sordo, una percusión lejana y débil de tremendas fuerzas desatadas. De energías inconcebibles y tan cercanas sin embargo, tan cantadas sus virtudes, como desconocidos sus orígenes.

Como aurigas derrotados sigo escuchando su retumbar alejándose. Mientras sigue el desfile de gotas y de tempestades, de luces y electricidad sin bombillas. De aquello que es demostrar el poder. El poder de invocar huracanes y tormentas, sequias y vientos que siguen secando lo exiguo y exhausto del alma entregada a la nada. El alma que sin belleza se halla perdida en ella misma, en su falta de rigor con su existencia, en ocasiones tan parecida a la retirada de los ejércitos de aguay luz, de rayos y truenos.

En estas horas donde la luz esta difuminada por la humedad que reina sin gobernar, solo por ser lo primero que se mira, que se debe mirar. Podrías verte en algún reflejo de la verdad, porque el agua puede reflejar la luz, y todos somos luz. Y si existes te verás en reflejo, en mil reflejos si miras mil gotas de agua traslucida, blanca, cristal de átomos especiales. Es especial el agua y misteriosa. Si eres agua siempre encontraras recipiente para ti porque te adaptas a ellos, sin ser ellos, solo ocupas, recorres y si es posible recuerdas.

Parecen ya llegados a su destino los guerreros derrotados en su huida. El sol parece intentar mirar, el viento ya no corre tras de ellos, y las armas y cañones han cesado su empeño de empujar más allá al enemigo, ya huido y disperso. Sin embargo volverá su amenaza para recordar su grandeza. Nunca se derrota totalmente, aunque huya. Al enemigo que sin miedo y con orgullo volverá a pelear, a demandar sangre, a reunir rocío, agua de mar y de rio. Esencia de hombre o animal, de planta, de cualquier esencia que sume su ejercito para ser más fuerte.

Terminó la tormenta.

La música inspiradora

Led Zeppelin - Stairway To Heaven

Ángel navarro batista

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